
El Charro Negro pidió una ofrenda: ocho hombres fuertes y sanos, uno para cada pilar del puente. Tras una noche de celebración, los hombres elegidos, ebrios y sin sospechar su destino, fueron colocados en las bases de los pilares, sellados para siempre bajo las piedras.
La historia dice que cada 31 de diciembre, en el momento en tocaban las 12 campanadas, en el cerro de San Miguel se abría una tienda encantada dando la oportunidad al afortunado que la encontrara para entrar en ella y tomar todo lo que pudiera en sus manos
Al llegar al cerro de san Miguel se juntaban y esperaban a que llegaran más para luego lanzarse al vacío desde la plazuela, puesto que no se les permitía subir hasta la capilla y cuando llegaban al suelo
La policía del lugar tuvo que presentarse por los reportes de la gente respecto al olor. Después de inspeccionar la casa salieron vomitando y gritando muy espantados. Después de mucho trabajo lograron prepararla y sacar el cuerpo del lugar.